SÍGUENOS EN LAS REDES SOCIALES

siguenos en facebookCanal de youtubesiguenos en Twitter
Mostrando las entradas con la etiqueta Turismo. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Turismo. Mostrar todas las entradas

Casa de Piedra: El tesoro oculto en las alturas de El Tala

Este magnífico sitio arqueológico se encuentra situado en las quebradas altas de la cuenca del río El Tala (a unos 2.000 msnm), Casa de Piedra es uno de los sitios arqueológicos más impresionantes —y lamentablemente más olvidados— del patrimonio cultural de Catamarca.

El acceso es exigente: requiere caminar unos 8 km río arriba desde el kilómetro 22 de El Tala, cruzar el río 9 veces y luego ascender durante más de dos horas en terreno empinado y sin senderos definidos. Pero el esfuerzo vale cada paso.

Casa de Piedra no es solo una construcción: es un complejo agrícola planificado. El sitio está formado por 54 terrazas de cultivo agrupadas de manera escalonada, a lo largo de toda una quebrada, simulando un enorme anfiteatro. Cada terraza tiene muros de hasta 1,90 metros de alto y unos 70 metros de largo, separadas entre sí por pasillos de 3,50 metros.

Un rasgo técnico notable es el sistema hidráulico: la parte superior del conjunto está compuesta por tres troneras o desagües para controlar el agua de lluvia y dirigirla a las terrazas inferiores, lo que evitaba la erosión. Todo el conjunto está bordeado por un muro perimetral de contención de 80 cm de altura.

En la parte alta se encuentran estructuras cuadrangulares organizadas en torno a un patio, posiblemente utilizadas como espacios habitacionales o de almacenamiento.

Las evidencias indican que Casa de Piedra fue ocupada entre los años 800 y 1480 d.C., coincidiendo con la expansión de la Cultura Aguada (en su variante Portezuelo) y la posterior influencia incaica. Esta cronología se basa en estilos cerámicos identificados en sitios vecinos y fechados por carbono 14 (como Pueblo Perdido y Ojo de Agua).

Aunque en Casa de Piedra no se hallaron fragmentos cerámicos en superficie, su monumentalidad y el sistema constructivo la vinculan directamente con el paisaje agrícola ceremonial de estas culturas.

El trabajo arqueológico muestra que Casa de Piedra no está aislada: forma parte de un paisaje socialmente construido. En las inmediaciones se han identificado al menos 180 sitios arqueológicos, que incluyen aldeas, viviendas dispersas, canales de riego, morteros, estructuras ganaderas y funerarias. Todo esto revela una ocupación continua y planificada del territorio, donde la vida cotidiana, el trabajo y lo sagrado se entrelazaban.

Algunas fotos del camino hasta este maravilloso sitio:

Amanecer en la Sierra Ambato

Por donde mires hay belleza

Hoja de Sombra de toro (Rodina rhombifolia), honguitos y cactus sobre una rama de un árbol
Cascadita
La inmensidad no se distingue en las fotos

Las terrazas de cultivo están por todas partes
La nubosidad le daba un toque artístico↓




La técnica detrás del legado

Los muros fueron construidos con lajas verticales y relleno interior de tierra, una técnica sofisticada que aún resiste el paso del tiempo. En otras zonas de la quebrada, se usaron también afloramientos rocosos naturales como parte de la arquitectura, mostrando una relación íntima con el paisaje.

Casa de Piedra es un sitio con enorme potencial para el turismo cultural y de senderismo de altura, pero no cuenta con ninguna señalización, protección ni puesta en valor. La falta de políticas sostenidas de preservación deja que el tiempo, el olvido y la desidia sigan amenazando lo que debería ser un orgullo provincial.

Casa de Piedra en otoño


Detalle de las ventanas que regulaban el agua de lluvia para disminuir la erosión hídrica

¿Cuántos visitantes, arqueólogos o estudiantes más tendrían que caminar hasta este lugar para que alguien se digne a protegerlo? La historia está ahí, escrita en piedra… solo falta voluntad política para leerla.

"La Machu Picchu Catamarqueña": secretos en las laderas de la Sierra Ambato.

A simple vista, las montañas que se levantan en cercanías a Casa de Piedra pueden parecer solo un pliegue más en la geografía agreste del oeste catamarqueño. 

Pero al mirar con atención, las líneas comienzan a revelarse: escalones que suben, plataformas que ordenan el terreno, señales inconfundibles de un antiguo sistema de terrazas de cultivo que desafió el tiempo y el olvido.

Estas terrazas están ocultas a plena vista, camufladas por el pasto y la piedra, en la ladera opuesta al río, como esperando a ser descubiertas nuevamente. Lo fascinante es que no se trata solo de ruinas: es la huella de un pueblo que supo vivir en equilibrio con el entorno, aprovechar el agua y la montaña para producir, resistir y trascender. Una Machu Picchu catamarqueña, sin templos de piedra, pero con el mismo misterio.

¿Quiénes habitaron estos cerros? ¿Qué sabiduría quedó enterrada entre sus andenes? ¿Qué historias quedaron sin contar? Quizás no lo sepamos todo, pero sí podemos imaginar. Y sobre todo, podemos empezar a valorar.

En un mundo que busca reconectar con lo esencial, este rincón puede transformarse en un símbolo de identidad para nuestra provincia. Un destino para el senderismo, la fotografía y la historia viva. Un motivo de orgullo para quienes viven en estas tierras.

¿Y si le damos un nombre?

Podríamos llamarla “Andenes del Viento”, o tal vez “Ciudad Verde de Piedra”, como un homenaje a la arquitectura ancestral que se fusiona con la naturaleza. ¿Vos qué nombre le pondrías? 

Quiero agradecer especialmente a Ezequiel Fonseca, uno de los autores del trabajo Paisajes humanizados en la cuenca del río El Tala - Catamarca, por haberme facilitado generosamente el acceso al artículo y brindarme información clave para comprender la complejidad histórica y espacial de esta región. Su colaboración fue fundamental para enriquecer el abordaje de este tema desde una perspectiva interdisciplinaria. También extiendo mi reconocimiento a Cristian Melián, Claudio Caraffini y Abril Traverso, por su valioso aporte académico que combina la arqueología y la geografía humana en el análisis de paisajes históricos.

Fuente consultada:

Fonseca, E., Melián, C., Caraffini, C., & Traverso, A. (2020). Paisajes humanizados en la cuenca del río El Tala - Catamarca. Revista Vientos del Norte, 7(1–2), 104–122. Universidad Nacional de Catamarca.

COMENTARIOS

¿Un nuevo "Pueblo Perdido" en El Jumeal?

El Ecoparque El Jumeal, conocido por su belleza natural, artificial y su biodiversidad, podría esconder entre sus montañas una historia aún más antigua. Recientes recorridos de campo revelaron indicios de una posible ocupación humana en la zona, con  alteraciones en el terreno y lo que podrían ser restos arqueológicos dispersos.

Rastros de la Cultura de La Aguada en El Jumeal

El paisaje de El Jumeal esconde huellas de antiguas civilizaciones que habitaron la región hace más de un milenio. Durante una reciente caminata por el lecho del arroyo La Florida, ingresando por la cola del dique, se identificaron varios indicios de ocupación prehispánica.

Conforme se avanzaba por el cauce, comenzaron a aparecer vestigios que podrían estar relacionados con la Cultura de La Aguada, una de las más representativas del Noroeste Argentino. Entre los hallazgos se destacan morteros circulares tallados en la roca, piedras encajadas en los márgenes del arroyo y un particular mortero con forma de estrella, cuya morfología inusual sugiere un posible uso ceremonial o ritual.

Un valle con rastros de ocupación

Más arriba, el paisaje cambia drásticamente. A través de imágenes satelitales se puede observar una diferencia en la textura del suelo y en la vegetación, lo que indica un uso distinto del terreno en tiempos pasados. En esta zona del valle también se encontraron más morteros excavados en la roca, lo que refuerza la hipótesis de que este espacio no solo era un punto de tránsito, sino que pudo haber tenido un uso específico dentro de la dinámica de los pueblos originarios.

Estos descubrimientos permiten reflexionar sobre el modo de vida de las poblaciones prehispánicas en la región y la posible existencia de una red de asentamientos interconectados.

La Cultura de La Aguada

La Cultura de La Aguada se desarrolló entre los siglos IV y XI d.C. en lo que hoy es el noroeste de Argentina, incluyendo zonas de Catamarca, La Rioja, Tucumán y San Juan. Fue una sociedad altamente organizada, con un fuerte simbolismo religioso y una notable habilidad para la cerámica y la metalurgia.

Su arte se caracteriza por la representación de figuras antropomorfas y zoomorfas, especialmente felinos y seres mitológicos, con un estilo detallado y expresivo. En muchos casos, estos motivos se encuentran en vasijas, placas de piedra y esculturas.

Los grupos aguadeños también aprovecharon los recursos naturales de su entorno, desarrollando técnicas agrícolas avanzadas y construyendo sistemas de almacenamiento de agua en regiones áridas. La presencia de morteros en El Jumeal podría estar vinculada a estas prácticas, lo que sugiere que esta área fue utilizada para la molienda de granos o la preparación de pigmentos para sus rituales.

Estos vestigios siguen aportando información valiosa sobre la ocupación prehispánica en la región y permiten reconstruir, poco a poco, la historia de los pueblos que habitaron estos paisajes antes de la llegada de los colonizadores.

Cabe destacar que existen dos zonas que poseen restos arqueológicos, por lo tanto, se dividirá en dos zonas el relevamiento fotográfico.

Zona 1: Senderos de la Quebrada del Parque de Los Vientos


Interior del sendero. Mortero sobre una roca

Más restos arqueológicos sin explorar
Un círculo de rocas con posible uso para acopio de los frutos recolectados


El sendero es ideal para realizar caminatas de interpretación y concientización ambiental
Otro sitio de posible acopio
Un hermoso y colorido cactus
Cola de zorro y rocas alineadas al fondo

Trekking guiado

Ruinas de una antigua casa
Vista de los alrededores

Atardecer colorido
Algunas tomas nocturnas y personas realizando actividades recreativas en el lago
La ciudad de San Fernando del Valle de Catamarca

Zona 2: Senderos del Arroyo La Florida

A partir de acá veremos fotos de la zona más interesante en cuanto a lo arqueológico. Zona de rocas con morteros

Morteros
Una achuma, rocas alineadas y un mortero lleno de agua luego de las lluvias
Más rocas alineadas



Pircas marcando el sendero que asciende por la sierra
¿Será una mesada?
Este es el mortero más llamativo. El mortero con forma de estrella

Teorías sobre los Morteros con formas inusuales

- Uso ritual o ceremonial: La forma de estrella podría haber tenido un significado simbólico o religioso, tal vez vinculado a la astronomía o a deidades de la naturaleza.

- Técnica especializada de molienda: Podría haberse diseñado así para moler ciertos tipos de semillas o plantas de forma más eficiente.

- Marca territorial o de identidad: Podría ser una firma cultural de un grupo específico, diferenciándolo de otros pueblos que usaban morteros comunes.

- Función astronómica o calendárica: En algunos casos, estructuras con formas especiales han estado relacionadas con la observación del cielo o con marcadores estacionales.

- Elaboración más reciente con tecnología actual: La hizo un grupo de personas en la historia reciente.


El hecho de que esté ubicado cerca de un antiguo arroyo es clave, ya que los cursos de agua han sido tradicionalmente sitios estratégicos para asentamientos humanos y actividades comunitarias. La presencia de lo que parece un muro de contención de rocas apiladas sugiere que pudo haber existido algún tipo de intervención humana en el paisaje, ya sea para controlar el flujo del agua o delimitar un área de uso específico.

Posible alineación astronómica del mortero estrellado

El mortero con forma de estrella apunta al oeste, esto quiere decir que, podríamos estar ante una orientación significativa. En muchas culturas andinas y mesoamericanas, el oeste simbolizaba el final del ciclo diario del Sol, asociado con la muerte, la transformación y el renacer o bien con los solsticios y equinoccios. Esto encajaría con prácticas rituales vinculadas a la observación celeste.

Relación con la Cultura de La Aguada

La cultura de La Aguada (siglos V-XI d.C.) tuvo una fuerte conexión con la observación astronómica y el simbolismo en sus objetos rituales. Algunos puntos clave:

- Uso de felinos y seres antropomorfos: Representaban el poder y la transformación. Si el mortero estrellado tenía un fin ritual, podría haber sido parte de ceremonias relacionadas con el ciclo de vida y muerte.

- Conexión con el agua: En muchas culturas prehispánicas, los morteros junto a cursos de agua tenían fines ceremoniales, posiblemente vinculados con rituales de fertilidad o cosecha.

- Espacios sagrados y observación del cielo: Se sabe que utilizaban marcadores naturales para seguir eventos astronómicos. Si esta estrella se alinea con un fenómeno celeste, podría haber sido un sitio ceremonial.

Ahora bien, lo que puede desacreditar la teoría de que se trata de un mortero aborigen perteneciente a la cultura de La Aguada es que, ésta no representaba los astros con esa forma de la estrella (con cinco puntas) sino que, lo hacían a través de cruces (+ x).

Más adelante llegamos al Vallecito La Florida, lugar de un posible "Pueblo Perdido"
Caminando por los senderos y el lecho del antiguo arroyo, encontramos este mortero comunal
El sitio está lleno de senderos, ya caía la noche y no pudimos explorar la zona de manera detallada
Desde un punto panorámico de la ladera se puede apreciar la belleza que tiene el vallecito, acá pretendían construir el dique La Florida
Pensar que debajo de esa vegetación y sedimentos debe estar enterrada gran parte de la historia de nuestros antepasados
Volviendo por el sendero, llegamos a la cima donde existe un punto panorámico hacia la ciudad de SFVC
Ya con la noche encima, algunas fotos de una tormenta hacia el norte

Un llamado a la conciencia y al respeto por nuestro patrimonio

Los vestigios arqueológicos que aún permanecen en El Jumeal son testigos silenciosos de la historia de nuestros antepasados. Cada mortero tallado en la roca, cada fragmento de cerámica que asoma en la tierra, nos habla de las comunidades que habitaron y dieron forma a estos paisajes mucho antes de nuestra llegada.

Estos sitios no solo son valiosos por su antigüedad, sino porque nos permiten comprender cómo vivían, qué creían y cómo interactuaban con su entorno las civilizaciones prehispánicas. Cuidarlos y preservarlos es una responsabilidad colectiva.

Si decides recorrer estos senderos, hazlo con respeto y conciencia. Evita mover o alterar cualquier hallazgo, no dejes basura y recuerda que cada elemento en el paisaje tiene una historia que contar. Lo que hoy permanece en su lugar, mañana podrá seguir revelando secretos sobre nuestro pasado. La mejor manera de honrar la memoria de quienes habitaron estas tierras es proteger lo que queda de su legado.

En este contexto, la creación de una Reserva de Usos Múltiples en la zona del Ecoparque El Jumeal se vuelve una necesidad urgente. Además de su riqueza natural, el área ya cuenta con actividades recreativas y deportivas, lo que hace imprescindible un ordenamiento que garantice la convivencia armónica entre la conservación y el uso responsable del espacio. Una reserva permitiría proteger estos sitios arqueológicos, promoviendo la educación ambiental y patrimonial, así como una mejor gestión del turismo y el esparcimiento en la zona.

El equilibrio entre el pasado, el presente y el futuro de este territorio depende de las decisiones que tomemos hoy. Es momento de valorar, respetar y actuar para que estos lugares sigan contándonos su historia por muchas generaciones más.

COMENTARIOS